La confianza es un elemento esencial en las relaciones humanas, y para lograrla debemos activar la curiosidad social que nos permite acercarnos a las personas, conocerlas mejor y decidir si queremos que formen parte de nuestro círculo, o permanecer como un contacto más en nuestro móvil.

Con demasiada frecuencia vamos por la vida como autómatas vestidos con una coraza para que los demás no nos lastimen, y esa máscara de frialdad y distancia es lo que nos hace daño. Aproximarte con genuina curiosidad a los demás te ayuda a entender que nos duelen las mismas cosas, necesitamos lo mismo y con muy poco logramos mucho en el otro.

Deberíamos empezar a activar nuestra curiosidad social poniendo en valor a las personas, no por su cargo profesional, su apellido o el lugar en el que viven, sino por lo que son en realidad. Todo el mundo tiene que algo aportar, y para averiguarlo solo hay que saber preguntar y saber escuchar.

La curiosidad social es lo que mi querido amigo Cipri Quintas, uno de los mejores conectores de personas que conozco, denomina networking con corazón, y que le permite ser un aglutinador de seres humanos a quienes consigue sacar siempre su lado más luminoso.

Este es otro de los beneficios de la curiosidad en las personas: conocer a tantos seres humanos que aprendes de ellos y su luz te impregna casi sin darte cuenta. Es algo mágico, créeme.

La curiosidad social como antídoto contra la soledad

Nunca hemos estado más conectados y al tiempo más solos. Antes de la aparición de la covid19, la OMS calificaba a la soledad como la mayor epidemia de este siglo XXI. Una enfermedad más devastadora que la obesidad. Tanto es así que numerosos estudios -como el de la Universidad Brigham Young (Estados Unidos)- advierten que la soledad aumenta en un 26% el riesgo de muerte porque incrementa el estrés y debilita el sistema inmune. Esta situación se agrava por las relaciones virtuales y el aislamiento que provoca la pandemia. Incluso en el Reino Unido existe un Ministerio de la Soledad.

El remedio está en nosotros y pasa por convertirnos en curiosos sociales porque la salud social es tan importante como la física o la emocional. Te invito a que compruebes lo saludable que es para ti conocer gente nueva: esas personas que llegan a tu vida pueden mejorarla y expandir tus horizontes. Debes saber que la curiosidad es el motor del aprendizaje.

El propósito de la curiosidad social

Comenzar un diálogo con otra persona a la que no conoces puede parecer difícil, especialmente porque nos hemos acostumbrado a encontrar una finalidad oculta en la aproximación a otra persona a la que no conoces, el objeto de “venderte” algo, pero la curiosidad social no tiene más propósito que conocer al desconocido. Puede que esa persona sea un perfecto conversador o conversadora y intercambiéis algunas impresiones sin mayor recorrido o puede que te aporte tanto que llegue a convertirse en un amigo.

¿Por qué no dejamos de jugar a ser individualistas si nuestra naturaleza es gregaria? ¿Por qué no abandonamos los prejuicios, el miedo, la vergüenza y damos más importancia a los otros?

A medida que practiques este acercamiento sin mayor afán que el de conectar con otro ser humano te sentirás más seguro o segura en tus contactos sociales, y empezarás a percibir cierto empoderamiento al disolver las barreras invisibles que trazamos entre nosotros y los demás. Rompe tu esfera personal, ese círculo invisible donde crees alcanzar toda la seguridad que necesitas, y acércate al otro con curiosidad de averiguar cómo piensa, cuál es su forma de contemplar el mundo, qué puede aportarte y de qué forma podría enriquecerte.

Características de las personas curiosas

La Asociación de Psicología Positiva de EEUU realizó un estudio en la Universidad de California donde los investigadores trataban de comprender qué hacen las personas curiosas para que los demás deseemos estar con ellas.

Quienes poseen un alto comportamiento curioso (cociente de curiosidad) son como imanes para el resto de las personas, es difícil verlos solos en una reunión… poseen una poderosa atracción que atrae hasta a los más tímidos.

Los participantes interactuaron con extraños durante unos minutos para ver qué impresión les causaban. Después de cinco minutos los extraños dijeron que las personas con mayor comportamiento curioso:

 

Por tanto cuando quieras saber algo de otra personas, tienes que crear confianza entre los dos ofreciendo en la conversación algo de ti.

La intimidad y la cercanía nacen cuando ambos quieren aprender mutuamente; de nada sirve que hagas preguntas si al mismo tiempo estás mirando la pantalla del móvil o pensando en la respuesta que vas a darle en cuanto se calle, o enjuiciando aquello que está diciendo. De nada sirve activar nuestra curiosidad sino trabajamos la escucha activa en nuestra comunicación. De nada sirve practicar la curiosidad social si el juicio, la presunción, las creencias o las etiquetas bloquean nuestra empatía hacia el otro. La curiosidad social te anima a avanzar libre de equipaje.

Preguntas que activan la curiosidad social

Hay preguntas que abren la puerta, disuelven el hielo y acercan las posturas alejadas en las que, con frecuencia, nos situamos los seres humanos.

En mis formaciones de comunicación no violenta invito a mis alumnos y alumnas a que respondan a la persona que se sitúa a su derecha la siguiente cuestión: ¿Qué es lo que nunca has contado en este grupo y te gustaría compartir conmigo?, como vía para perder el pudor y disponerse a vivir un aprendizaje y una experiencia que pueden cambiar su vida.

“¿Qué es lo que puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo contribuir a hacer más fácil tu vida?”, así suelo dirigirme a las personas que acabo de conocer convencida de que la curiosidad hacia ellas puede hacerme grandes regalos.

La pregunta me la inspiró el gran Marshall Rosenberg, creador de la Comunicación No Violenta (CNV), que solía utilizar cuestiones parecidas al comienzo de sus charlas y conferencias.

Rosenberg no tenía duda respecto de la materia de las personas: una esencia amorosa, y la percepción de que esta no late en nuestro interior como debe es lo que nos deja malestar, frustración y sentimientos negativos.

La necesidad de amor es eso: NECESIDAD, que al desmenuzarla se traduce en contacto, conexión, reconocimiento, valoración, estima, afecto, consideración…

Otro día te hablaré de la CNV, en la que me formo desde hace años, y de todo lo que puede hacer para que tu vida sea más empática y tus relaciones más nutritivas. Para que todo fluya a tu alrededor.

Por el momento te animó a que pongas en marcha tu curiosidad social y disfrutes los regalos que irán llegando a tu vida gracias a ella.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir al contenido